viernes, 5 de enero de 2024

SEGUNDO DOMINGO DE NAVIDAD (FIESTA DEL BAUTISMO DEL SEÑOR) / Evangelio Ciclo "B"

 




JESÚS, UN BAUTISMO QUE CAMBIA LA VIDA

Evangelio de Marcos 1,7-11


El Evangelio de Marcos es el más breve de los cuatro y se esfuerza en mostrarnos a Jesús, el Hijo de Dios, en toda su humanidad que tiene su máxima revelación en su pasión y muerte redentora en una cruz. Muchos lo escucharán y lo verán actuar, pero pocos serán los que lo acepten y quienes por la fe puedan conocer su verdadera identidad, comprender su persona y su misión.

Por eso El Evangelio de Marcos comienza con el inicio de la misión que Jesús va a llevar a cabo en los últimos años de su vida y que tiene lugar en el río Jordán, donde fue bautizado por Juan como uno de tantos. Hay dos testimonios sobre Jesús, y ambos lo reconocen como Hijo de Dios. El primer testimonio es el de Dios Padre, quien nos desvela la verdadera identidad de quien se deja bautizar como un pecador más: “Tú eres mi Hijo, en quien yo me complazco”. El segundo y último testimonio es el de un pagano, un centurión romano, que en medio del silencio y la desolación del Calvario, dice de quien acaba de expirar en la cruz como un maldito: “Verdaderamente este hombre era el Hijo de Dios” (capítulo 15,39).

Jesús en el río Jordán no aparece presentado como un héroe que es superior a los demás y que toda su vida está compuesta de éxitos y victorias. Jesús, lleno de humildad, se rebaja delante de Juan y se muestra tan inferior como el resto de los mortales, por lo que desde el principio se nos prepara para entender y no extrañar que su vida será de rechazo, de persecución y finalmente de martirio. La grandeza de Jesús consistirá en la obediencia al Padre y en el amor misericordioso a los pecadores, a los desposeídos, a los atribulados…

Dios que ha permanecido callado durante mucho tiempo lo va a dejar de hacer con la llegada de Jesús, y va a intervenir en nuestra historia humana a través de su Hijo amado. Jesús aparece como el primer Hombre de la Humanidad Nueva que nace del Espíritu. 

También nosotros hemos sido bautizados y hemos recibido el Espíritu Santo que nos capacita para continuar la misión iniciada por Jesús y que nos hace sentirnos hijos amados de Dios.

Emilio J. Fernández, sacerdote

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