jueves, 11 de enero de 2024

SEGUNDO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO / Evangelio Ciclo "B"

 



EL PRIMER ENCUENTRO CON JESÚS

Evangelio de Juan 1,35-42


Este relato del evangelista Juan nos narra el comienzo de la vida pública de Jesús, de los tres años en los que se dedicó totalmente al anuncio del reino de Dios, y de cómo la inauguración de esta etapa importante arranca con la llamada de los primeros discípulos que le seguirán y acompañarán en esta tarea, para luego, una vez haya resucitado, continuarla ellos como testigos de lo que aprendieron y compartieron con él.

Por consiguiente, este pasaje nos cuenta en primera persona el recuerdo de la primera llamada, pero mezclado con la experiencia y la reflexión posterior hecha a la luz de la resurrección. De ahí que nos dé detalles muy concretos (el lugar, la hora, etc.) de todo lo que rodeó ese primer encuentro de los primeros discípulos con el Maestro, que será inolvidable para ellos y que tanto les marcó. Y al mismo tiempo se nombra a Jesús con títulos que las primeras comunidades dan a Jesús después de su muerte y resurrección (Cordero de Dios, Señor, Hijo de Dios, etc.).

Cabe llamar la atención sobre el hecho de que algunos de los primeros discípulos de Jesús lo fueron antes de Juan el Bautista, y de cómo el testimonio del profeta anima a éstos a seguir a Jesús a sabiendas ya de las consecuencias, peligros, exigencias y retos que tendrían que asumir libremente. 

En ese primer diálogo entre los primeros discípulos y Jesús hay una frase preciosa con la que éste les responde a su pregunta sobre dónde vive: “Venid y lo veréis”. Y es que la vocación a seguir a Jesús, de todo discípulo y de todo cristiano, no sólo requiere del testimonio y de la mediación de otros, como Juan el Bautista, que muestran y aconsejan desde su experiencia personal, sino que requiere también de nuestra propia experiencia personal, de lo que tú sientes, compruebas y vives de tu encuentro con el Señor, que te marcará y permanecerá siempre en la memoria de tu mente y de tu corazón, formando para siempre parte de tu propia historia.

Emilio J. Fernández, sacerdote

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