miércoles, 5 de abril de 2023

VIERNES SANTO, EN LA MUERTE DEL SEÑOR / Evangelio Ciclo "A"

  



UNA MUERTE POR AMOR


Juan 18,1-19,42

La muerte de Jesús está llena de contradicciones y nadie esperaba tiempo atrás un final así. Su forma de vida y su mensaje cada vez fue menos entendido y más provocador para unos poderes que se unen en su contra.

Los evangelios relatan un suceso que se fue contando con matices diferentes para las distintas comunidades cristianas primitivas, pero que tiene una base común y anterior que es fruto del testimonio de quienes lo vivieron de manera presencial.

Jesús termina su vida de la peor de las maneras y de la menos sospechada para alguien en quien el pueblo confiaba y consideraba el Mesías esperado.

Su rostro es el de un Dios que por amor a la humanidad lo ha dado todo y cuyo Hijo se ha convertido en el Siervo anunciado por los profetas.


DESARROLLO

Desde que nacemos, los humanos estamos predestinados a morir. La forma de morir es lo que será diferente. Solo Dios es considerado inmortal para todos los creyentes de las principales religiones. Por consiguiente, que un hombre muera, aunque sea en plena juventud y de manera injusta, es aceptable. Pero un hombre que se ha podido considerar el Mesías, y más aún, el Hijo de Dios, si muere, y encima lo hace en una cruz, con todo el mensaje de derrota y fracaso que transmite un final así, es un fraude. Por eso la muerte de Jesús no se entendió, y tanto él como su mensaje y sus promesas se quedaron a la altura de una gran mentira.  

No cabe duda que Jesús termina siendo un personaje controvertido e incomprendido y que todo ello le hace quedarse solo, abandonado de todos y con muchos frentes de enemistad abiertos, los cuales, al unirse, lo derrotan para silenciarlo de manera definitiva.

Los evangelios aseguran su arresto y ejecución, y, aunque cada uno de ellos lo expresa con detalles e informaciones que los hace diferenciarse entre ellos, hay evidencias de una base o información más primitiva y común aportada por quienes fueron testigos visuales de lo acaecido.

Esta muerte histórica se nos cuenta después del desenlace de la resurrección y con una reflexión teológica que posteriormente hace la Iglesia naciente, dándole un sentido nuevo y desde la fe a aquél que murió sacrificado por el perdón de los pecados y por la salvación de la humanidad, y que el Padre lo ha devuelto a la vida, y una vida nueva.

En su momento nadie esperaba un final así. El nazareno ha sufrido lo insoportable. Ha sentido el dolor físico de un cuerpo que se ha ido rompiendo poco a poco y tortura tras tortura. Ha sentido la traición, el abandono, el desprecio y la soledad existencial que tanto duele y que nos deja tan vulnerables. Y hasta ha experimentado el silencio de un Dios que no lo ha defendido ni lo ha salvado de las garras del odio, la persecución y la muerte.

Aún así, esta estampa del crucificado, ha enamorado y llevado a la fe a quien todo lo sucedido se lo ha explicado desde el amor de alguien que, por amor inefable y hecho obediencia, ha sido fiel hasta las últimas y peores consecuencias: perdiéndolo todo y dándolo todo.


Emilio José Fernández, sacerdote

REFLEXIONES ANTERIORES