miércoles, 5 de abril de 2023

JUEVES SANTO, EN LA CENA DEL SEÑOR / Evangelio Ciclo "A"

 


LAVAR LOS PIES A LOS DEMÁS


Juan 13,1-17

Con una cena comienzan las últimas horas de Jesús antes de entregar su vida en la cruz. Una cena festiva e íntima para celebrar la Pascua judía se convierte en un momento de tres grandes tensiones. 

La primera tensión es el sentido de despedida que le da Jesús, donde la emoción humana pudo envolver en tristeza este último encuentro fraterno y comunitario.

La segunda tensión es estar sentado a la mesa con quien te ha traicionado hasta llegar a venderte como si fueras un esclavo o animal. 

Y la tercera tensión la provoca Jesús al lavar los pies a los presentes, trabajo humillante destinado a los esclavos y que te ponía en el nivel más bajo de la sociedad.

Amar a los tuyos hasta el final, perdonar al enemigo y ser el servidor de todos son las tres lecciones que nos deja el Maestro antes de su partida.


DESARROLLO

Una cena en un lugar íntimo y preparada al detalle, lo que la hace más especial. Se trata de un acto cotidiano y repetitivo que los seres humanos hacemos a diario al atardecer. Por eso la cena es además un encuentro y un compartir al final del día con nuestros seres queridos. La última cena de Jesús se nos muestra como un momento premeditado con antelación y nada casual. Es un deseo del Señor que ha anhelado cumplir, tener esta cena con sus discípulos y seguidores más cercanos.

Al mismo tiempo se realiza en el contexto de la fiesta de la Pascua judía, lo que la hacía una cena ritual y de acción de gracias a Dios por la liberación de los hijos de Israel de la esclavitud de Egipto. Jesús vive esta cena en un ambiente de despedida. Lo cual implica un alto grado emocional, porque las despedidas, cuando se ha amado, duelen. Pero también está presente el dolor de la traición que lo enturbia todo un poco más. Comer en la mesa con el enemigo al lado suele ser un trago amargo, pero nuevamente es un gesto de misericordia. En medio de toda esa tensión y de manera imprevista, Jesús sorprende con otro gesto que solo es recogido en el evangelio de Juan: el lavatorio de los pies. 

Los comensales previamente ya se habrían lavado de manera ritual antes de colocarse en el lugar donde se encontraban los alimentos para la cena. Lavar los pies es algo que se hacía al comienzo y cuando se llegaba a un lugar interior después de haber estado en la calle y caminando. Era una cuestión higiénica que correspondía hacer a los esclavos, y, en ausencia de estos, a las mujeres. Limpiar unos pies sucios es un trabajo humillante y te señala en un lugar muy inferior socialmente. Que Jesús se ciña la toalla y tome la iniciativa espontanea de lavar a cada uno de los presentes los pies no dejó indiferente a nadie, no sólo por hacer algo que no le correspondía sino porque ello implicaba tomar ejemplo y hacer lo mismo que él: servir a los demás. Que un personaje principal hiciera esto en una reunión era un escándalo. El escándalo añadido es recordar y contemplar la escena tras la resurrección del Hijo de Dios, porque entonces se nos invierte la imagen de Dios preconcebida que tenían los creyentes judíos. El Dios supremo y del poder, es ahora el Dios de la humildad, la entrega y el servicio. Y si Él es así, tú no puedes ser ya el señor de nadie sino el servidor de todos. Una lección muy dura de aprender para todo creyente y discípulo. Dios es amor, y ese es el Dios que nos revela Jesús cuando lava los pies a los miembros de su Iglesia.


Emilio José Fernández, sacerdote

REFLEXIONES ANTERIORES