jueves, 16 de junio de 2022

DOMINGO DE LA SOLEMNIDAD DEL CORPUS CHRISTI / Evangelio Ciclo "C"


Lc 9,11-17

Este relato del evangelio de Lucas que se proclama en la solemnidad del Corpus Christi, tiene como tema y mensaje central la Eucaristía, y el sentido que la comunidad cristiana primitiva le da a este sacramento principal de la vida de la Iglesia.

Se nos sitúa en el momento de regreso de la misión que habían realizado los Doce, el grupo de élite de los seguidores de Jesús. La intención de Jesús es de llevarlos a un lugar aparte donde retirarse y en intimidad para hacer balance de esta experiencia evangelizadora. Pero la fama de Jesús se ha ido extendiendo y la gente lo busca procedente de diferentes lugares. La multitud que acude a él, termina haciendo que cambie el plan que tenía con los suyos para ese día al darle preferencia a las necesidades de quienes deseaban escucharle y presentarle sus dolencias, problemas e inquietudes. Un día que iba a ser de retiro se convirtió en una intensa jornada de trabajo, atendiendo a los enfermos, pobres, etc. Esto pone de manifiesto el interés de Jesús por las personas, y muy especialmente por los más débiles y desfavorecidos.

Jesús nos va a enseñar con este relato que no podemos separar el sacramento eucarístico de la vida del pueblo de Dios, de las personas, de sus gozos y sufrimientos… No podemos reducir la Eucaristía a meros ritos y normas litúrgicas porque este sacramento es de vida, de amor, de compartir y de compromiso con los demás. Toda esta enseñanza viene transmitida con el gesto o milagro que Jesús realiza al no querer desentenderse del hambre que padece la multitud y al repartir el pan que saciará a todos los que le han buscado. 

Tenemos todos los impedimentos que ponen los seguidores directos de Jesús ante el problema de tener que dar de comer a tanta gente, porque ellos ven más la posible solución en el “comprar” y Jesús la encuentra en el “compartir”. 

La Eucaristía es el sacramento en el que Jesús se hace comida que se parte y se reparte; nos invita a la caridad fraterna y a ayudar a los demás. Quien no vive la caridad tampoco ha vivido la Eucaristía.

Emilio José Fernández, sacerdote

REFLEXIONES ANTERIORES