jueves, 9 de mayo de 2019

Evangelio Ciclo "B" / CUARTO DOMINGO DE PASCUA.

Jesús es el Buen Pastor, es el resucitado que dio la vida por ti en una cruz y que ahora te acompaña, cuida, alimenta y guía.

Seguimos en el tiempo pascual, y este Cuarto Domingo de Pascua es también conocido como el del "Buen Pastor". Las primeras comunidades cristianas, de lo cual nos da testimonio el evangelista Juan, eran dadas a identificar a Jesús de manera simbólica con elementos de la naturaleza y de atribuirle títulos, como el Agua viva, la Luz del mundo... y el Buen Pastor.

Este título del Buen pastor, atribuido a Yahvé, lo tenemos ya en textos del Antiguo Testamento en los que Dios desempeña la tarea de pastorear a su pueblo, como un pastor acompaña, protege, cuida y guía a su rebaño. 

Evidentemente, el momento en el que el pueblo de Dios tiene la imagen de Dios como un Buen Pastor es en la etapa en la que los israelitas estaban organizados en tribus nómadas, itinerantes y desinstaladas, que practicaban la trashumancian, yendo de un lugar a otro según las necesidades del ganado, generalmente ovino.

Es importante que ya en esta etapa el grupo de creyentes se consideraba una comunidad, un grupo, un pueblo, una familia, donde el Señor formaba parte de sus vidas. Pasaron de un Dios personal (el Dios de Abraham, etc.) al Dios que nos hace hermanos y al que seguimos como comunidad fraterna.

Es bonito observar cómo Moisés, que era de origen hebreo y cuya familia era una de tantas de las que vivían sometidas en Egipto como esclavos, pasa de ser un príncipe egipcio, de la familia del Faraón, a ser un pastor de ovejas cuando huye tras matar a un soldado. Y pastoreando ovejas Dios se le aparece en la zarza ardiente y le encomienda la misión de liberar a su amado pueblo, haciéndolo pasar por el mar Rojo.

Los sucesivos profetas se sienten también pastores que han de guiar a un pueblo, a un rebaño alejado de Dios y guiados por pastores ciegos (los dirigentes religiosos) y subrayan la idea de Dios como un pastor que quiere reunificar su disperso rebaño.

Y llegamos hasta Jesucristo, el Hijo de Dios, el Maestro, el Mesías... y a quien desde el principio también la Iglesia lo reconoce como su Pastor Bueno. Y es preciosa la frase de un santo padre, que dice: "Bendita aquella (la Virgen María) que recibió en su seno al divino Pastor y lo dio al mundo, tras el parto, como Cordero".

En las primeras representaciones que tenemos de Cristo en el arte de los primeros siglos del cristianismo, aparece como el pastor que lleva sobre sus hombros a una oveja.

En la antigüedad y, aunque menos, también en nuestro tiempo y en nuestro entorno existe la figura y oficio del pastor. Un oficio muy común y antiguo, que en las sociedades más avanzadas llega a considerarse hasta marginal, viéndolo como un oficio de personas pobres e incultas.

¿por qué la Iglesia ve en Jesús al Buen Pastor? Porque las actitudes que Jesús tiene con los hijos del nuevo pueblo y rebaño de Dios, la Iglesia, como sus sentimientos, se asemejan a los de un pastor, y un pastor bueno. El pastor bueno es el que ama a sus ovejas y vive su vida como una vocación de entrega hacia sus ovejas. Tiene una relación de amor con ellas, con cada una, y se interesa mucho por las más débiles y las más pequeñas. Es una relación de ternura porque el buen pastor no es un maltratador ni abusa de su autoridad y poder, más bien su autoridad y su poder son desempeñados desde la entrega y el desvivirse... hasta dar la vida. Es una relación de pertenencia mutua. Nosotros somos ovejas suyas y el es nuestro pastor. 

Cuando amas a alguien, se convierte en el centro de tus miradas, en la razón de tu existencia y en el motivo de todo lo que haces. Estás pendiente de esa persona, no quieres que le ocurra algo porque lo vives lo mismo que si a ti te sucediera o se tratase de ti. Te duelen sus heridas, sus ausencias y que se desinterese por ti. Así es Jesús contigo. El Buen Pastor, porque no hay un corazón más grande que el suyo, un corazón que se abrió en la cruz para tenerte siempre dentro. A nadie le interesas tanto como a Él. Y tú le interesas más que miles de universos enteros creados por su mano divina. Tu dolor es su dolor, y sana tus heridas con sus llagas cicatrizadas. Tu cansancio Él lo hace más llevadero, como si te tomara en sus brazos. Tus miedos Él los ahuyenta y te protege ante mil peligros. Cuando te alejas de Él porque buscas otros pastores y otros pastos... Él no duerme, te espera, se calla... Pero cuando vuelves nunca te sentirás rechazado sino encontrado por Aquél que no se cansó de esperarte ni de buscarte. 

Cuando sientes todo lo que Jesús hace por ti y ha sido capaz de hacer, hasta dar su vida en la peor de las torturas, como cordero en el matadero, te das cuenta que tienes al mejor de los pastores, un pastor que no te mereces pero que te ama con tus miserias e imperfecciones.

Al encontrarlo, al descubrirlo, al sentirlo... si lo amas de verdad y te importa, nunca prescindirás de Él, porque, aunque a veces lo sientas distante o desaparecido, nunca dejaras de amarlo, seguirlo y de confiar en Él. Por largas que sean las noches, por grandes que sean los mares, por fuertes que sean las tormentas... saber que Él existe y que te ama, será siempre tu fortaleza, tu paciencia y tu esperanza.

Eres una "ovejita" de Dios, eres parte de un rebaño... El Padre te dio como regalo para su Hijo, y el Hijo siempre te tendrá a su lado, porque ya le perteneces, pero también depende de ti, que lo quieras seguir en libertad.

Pidamos por nuestros pastores, los pastores de la Iglesia, aquellos que ejercen el pastoreo junto a Jesús y en su nombre, para que sean buenos y santos. Y no me lo puedo aguantar: pide también por mí en este día especial del Buen Pastor, pues es de gran responsabilidad y no siempre es fácil pastorear.


Emilio José Fernández, sacerdote

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