jueves, 19 de abril de 2018

Evangelio Ciclo "B" / CUARTO DOMINGO DE PASCUA.

El Buen Pastor de la comunidad cristiana es Jesús, modelo de pastor para los pastores o los líderes de este mundo. Pero nadie es como Él: que da la vida por nosotros, nos ama y nos cuida a diario.


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Una de las perícopas más bellas y conocidas del Evangelio es la del Buen Pastor, siendo uno de los primeros iconos de Jesús para los cristianos de todos los tiempos.

Previamente a este texto nos encontramos con otros textos en los que se muestra la tensión entre Jesús y el grupo religioso de los fariseos y, en definitiva, con los judíos. Jesús, en el capítulo anterior, ha curado a un ciego y esto le ha hecho entrar en un conflicto con las autoridades judías: en lo que queda a la vista de todos que los fariseos son unos falsos pastores porque uno de los gestos que realizan en la sinagoga es la expulsión del ciego mientras que Jesús lo acoge.

En la base del texto está la necesidad de todo grupo humano de tener buenos dirigentes que no se aprovechen de los demás. Incluso en la Iglesia, pueblo de Dios, los cristianos demandamos buenos y ejemplares pastores que se dediquen en servicio y entrega al rebaño que se les ha encomendado.

Para apreciar la figura del pastor y del rebaño tenemos que meternos en la cultura judía y en el simbolismo bíblico, pues en nuestro tiempo el formar parte de un rebaño puede tener connotaciones como la falta de libertad o el "borreguismo", y nada más lejos de la intención del evangelista que nos pone como figura comparativa del pueblo el rebaño de ovejas, y lo hace en el contexto de una sociedad dedicada al pastoreo. Dios es el pastor de todo un pueblo en el que todos somos iguales para Él.

Jesús es el modelo de buen pastor, porque Él lo es, y los demás necesitamos aprender de Él por las siguientes razones: 

  • Jesús conoce a los suyos, a los cercanos y a los alejados. Es un conocimiento desde el corazón y desde el amor, que no hace juicios, que no tiene preferidos.
  • Jesús no ataca a las ovejas sino que las defiende de los enemigos y de los peligros como consecuencia del amor que les tiene. Sus ovejas le importan, le interesan... por eso nunca las abandona ni las descuida.
  • Jesús pone la vida de sus ovejas por encima de la suya, hasta darla por ellas si hiciera falta. Jesús se desvive por sus hermanos y hermanas. Jesús no toma soluciones fáciles o egoístas como la de huir o desentenderse cuando más se le necesita.
  • Jesús no divide, no desprecia, mas bien unifica a unos con otros, es reconciliador. A quienes se alejaron los busca, los espera y los acoge con brazos abiertos cuando regresan. 
  • Jesús respeta a cada uno en su libertad de decisión, incluso cuando nos equivocamos, cometemos errores o andamos por caminos que no son los propuestos por Él. Jesús no se impone pero se compromete con nuestra vida y nuestros sueños.

Jesús es para la primitiva Iglesia el mejor de los pastores, el verdadero y único pastor. Hoy en día estamos inundados de muchas propuestas, de muchas ideologías, de muchas promesas, hasta tal punto que no somos felices con ellas y nos sentimos decepcionados. Nos dicen cómo hemos de vestir, lo que hemos de comer, lo que hemos de tener y hasta cómo debemos de ser. Los cristianos somos los que tan solo nos fiamos de Jesús como guía de nuestras vidas y de nuestro mundo.

Jesús nos ha dado mensajes pero nos ha dado ejemplos de vida, en los que apreciamos su coherencia y su autenticidad, y ambas nos llevan al convencimiento y a fiarnos de Él sin ninguna duda. Para llegar nosotros a valorar la figura de Jesús necesitamos tener experiencia propia, porque Jesús no fue de una determinada forma, sino que Jesús, resucitado y vivo, sigue siendo de esa manera y actúa como lo hiciera cuando formó parte de nuestro mundo en su vida terrena. Él no es un personaje de la historia que conservamos como una reliquia. Él sigue vivo, a nuestro lado y con un amor que nos sigue dando y que puede despertar el nuestro por Él. Por eso a Él hay que acercarse desde el corazón, la misma manera en la que Él se nos acerca a nosotros.

Jesús no es el "amiguete" que nos tiene para pasar con Él "raticos". Él es el que sostiene nuestra vida, le da sentido, la llena de contenido, la hace más humana y más fructífera. Para algunos se ha convertido en el único necesario e imprescindible para vivir y para ser felices.

Pero Jesús también se presenta como el dador de vida, como el que nos regala su vida para que la nuestra sea más real y mejor, algo que en la Eucaristía sucede a diario: cuando se deja romper en el Pan y consumir en el Vino para que estando dentro de nosotros nuestra fe y nuestro compromiso cristiano se sientan fortalecidos.

En las comunidades cristianas tenemos pastores que unidos a Cristo acompañan y guían a los hijos e hijas de Dios. Son pastores que deben aprender del Cristo a ejercer su ministerio hasta la entrega de la propia vida. Es verdad que a veces algunos pastores parecen asalariados, que echan sus horas y viven muy acomodados, que pueden escandalizar y espantar a las ovejas. Pero también los hay ejemplares. No juzguemos pero sí seamos agradecidos por los buenos pastores; demos gracias a Dios por haber encontrado al pastor de los pastores, que es Jesús, del que siempre hemos de fiarnos. 

Recemos por los pastores de la Iglesia (obispos y presbíteros), y para que todos los cristianos, allá donde estemos haciendo lo que fuere, seamos reflejo del Buen Pastor. 


Emilio José Fernández, sacerdote.

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