miércoles, 4 de enero de 2023

SOLEMNIDAD DE LA EPIFANÍA DEL SEÑOR / Evangelio Ciclo "A"


 

EL DIOS DE TODOS


Mateo 2, 1-12

Jesús ha nacido en Belén de Judea como descendiente del rey David, dando cumplimiento a las antiguas profecías mesiánicas. Su presencia entre nosotros no deja indiferente al que la descubre: en unos suscita el rechazo y el odio, como es el caso de Herodes junto a los líderes religiosos, y en otros suscita el deseo de conocerlo y de adorarlo, como es el caso de los magos de Oriente.

Tenemos por tanto la prueba de que Jesús es el Mesías esperado, pero a su vez observamos cómo el pueblo de Israel no lo acoge y lo rechaza en contraposición con la actitud de los representantes de los pueblos paganos, que lo buscan y lo adoran. La Epifanía del Señor pone de manifiesto la universalización del Mesías, que ha venido a salvar a toda la humanidad, especialmente a quienes lo buscan desde la fe y lo adoran como el único y verdadero Dios.


Mateo comienza localizando el nacimiento de Jesús en Belén de Judea y en la época del reinado de Herodes, situándonos en el espacio y en el tiempo para subrayar la veracidad histórica del nacimiento de quien este autor confiesa como el verdadero Mesías, en quien se cumplen las antiguas profecías judías, que anunciaban su nacimiento en la ciudad del rey David y lo consideraban descendiente de este mismo rey.

Este relato contrapone personajes y actitudes. Herodes, rey de Judea, aparece como representante de aquellos que van a rechazar el mesianismo de Jesús hasta el punto de usar la violencia para eliminarlo. Herodes es la representación del pueblo de Israel que no supo reconocer a Jesús como Mesías y que durante toda su vida lo rechazó hasta darle muerte en la cruz. Los magos de Oriente (unos astrólogos), representan a todos los pueblos que los judíos consideraban paganos y, por lo tanto, no eran los destinatarios de la salvación mesiánica. Sin embargo, serán precisamente estos, a los que se les quiere excluir, los que al final terminan acogiendo y adorando al Mesías-Rey.

La enseñanza de Mateo es que el Mesías ha venido para toda la humanidad y su salvación no tiene fronteras, sino que depende del corazón de cada una de las personas. Cristo ha venido para todos y sólo lo encuentra el que lo acoge y no lo rechaza.

Los magos, a diferencia de Herodes que está centrado en las cosas terrenas (poder, riquezas, privilegios…), contemplan el cielo, lo trascendente, lo espiritual y pueden ver la señal de la estrella que los guía y les señala el lugar del encuentro con el Hijo de Dios. En su trayectoria tendrán que experimentar el miedo, la duda, los peligros… pero su constancia y fidelidad les permitirán ver al niño en actitud de adoración, dando culto a Dios. El cristiano ha de tener esta dimensión presente en su vida diaria porque la fe no solo se vive haciendo el bien. 

Los magos comparten con el niño unas ofrendas simbólicas como gesto de adoración y de caridad, con las que reafirman su identidad como rey de reyes (oro), como Dios (incienso), como hombre (mirra).

Los magos llenos de alegría por haber encontrado a Dios se marchan por otro camino comenzando una vida nueva, mientras que Herodes ni lo encuentra ni puede adorarlo porque su corazón no se lo permite.

Emilio José Fernández, sacerdote

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