viernes, 19 de agosto de 2022

DOMINGO XXI DEL TIEMPO ORDINARIO / Evangelio Ciclo "C"

LA PUERTA ESTRECHA

Lucas 13, 22-30

Nuevamente nos encontramos con el misterio de la salvación y todas las preguntas que suscita en nosotros, porque esta es la principal preocupación, y ha de ser la principal ocupación, del creyente: su salvación y colaborar en la salvación de los demás.

A Jesús le pregunta un judío sobre el número de los que se salvarán, y Jesús le responde sobre el cómo de la salvación. La salvación no es cuestión de matemáticas, más bien es cuestión de vidas sinceras.

Todo ser humano desea en lo más profundo de su alma la inmortalidad, pero para el creyente su anhelo primordial es la salvación, que le permitirá poder gozar de la presencia de Dios eternamente. 

El Señor se esfuerza en que entendamos, con un lenguaje un poco duro, que la salvación no es el privilegio de unos pocos que se sienten más religiosos que los demás ni tampoco para aquellos que se consideran cumplidores de preceptos y leyes sagradas de manera mecánica.  

Para alcanzar la salvación se nos advierte de que es necesario abrirse al mensaje del Reino de Dios y vivir en profundidad las exigencias del Evangelio en un continuo proceso de conversión. Por lo tanto, tu salvación también depende de ti, porque es algo que ni se compra ni se vende.

Tenemos el riesgo de interpretar la estrechez de la puerta con llevar una vida apoyada en el radicalismo de normas y formas externas que al final son estériles y no nos hacen madurar. A lo que se refiere Jesús es a que nada de lo que hagamos merece la pena si no lo hacemos cambiando la orientación de nuestro corazón, dando prioridad a Dios y a los hermanos. Ello supone una modificación de nuestros sentimientos y criterios, una conducta nueva y una manera diferente de relacionarnos con Dios, las personas, y las cosas del mundo.

La estrechez de la puerta simboliza la desnudez del creyente que busca su propia salvación, es decir, el tener que desprendernos de costumbres, valores, deseos, etc. que no son compatibles con el Reino de Dios. La estrechez simboliza las dificultades y sacrificios que conlleva ser coherentes como cristianos, las crisis que hemos de superar, las dudas que hemos de despejar…, porque para conseguir la salvación no solo se requiere haber sido bautizados, sino haber llevado una verdadera vida cristiana de oración, de testimonio y de caridad fraterna haciendo el bien. 

Emilio José Fernández, sacerdote

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