jueves, 30 de junio de 2022

DOMINGO XIV DEL TIEMPO ORDINARIO / Evangelio Ciclo "C"

Lucas 10, 1-20

El domingo anterior fuimos testigos del regreso de los Doce y el encuentro con Jesús tras su experiencia misionera con los judíos y los samaritanos, que fue un fracaso. Ahora Jesús aparece hoy nuevamente en el texto de Lucas como el origen de la misión de la Iglesia, al enviar, en esta ocasión, a setenta y dos discípulos, en una evangelización destinada a los paganos (a todo el mundo), acontecimiento que sólo aparece narrado por este autor. Esto hace interpretar que se trata de un suceso posterior a la resurrección del Señor y que Lucas nos lo coloca durante la vida terrena de Jesús para subrayar que el éxito de la misión universal de la Iglesia, ayer y hoy, es una muestra de que el Resucitado está vivo y acompaña al nuevo pueblo de Dios.

Este relato subraya el carácter misionero de la Iglesia y el sentido comunitario que Jesús le da, que invita a ir de dos en dos. Cuando uno evangeliza, quien lo hace es el Señor y toda la Iglesia, por lo que no podemos ir por libres y de manera autónoma. Tampoco podemos reducir la misión o la evangelización a una labor de los sacerdotes, religiosos y misioneros, porque eso es empobrecerla. Según el sentir de Jesús, todos los bautizados, hombres y mujeres, hemos sido elegidos por él a desempeñar esta tarea tan fundamental de la vida cristiana. Los laicos también son misioneros y misioneras allá donde se hacen presentes, siempre que anuncien y lleven a la práctica la fe.

La misión, según las pistas que nos da Lucas, requiere de personas generosas y dispuestas a trabajar por las necesidades del Reino de Dios; que sean libres y no estén atadas a lo material como lo prioritario; que confíen en el Señor porque él nos dará lo que nos falta, siendo hombres y mujeres de paz, signo del Reino y de la presencia de Dios en nosotros; que no impongan la fe ni el Evangelio por la fuerza sino que propongan y respeten la libertad de los demás.

La misión en la Iglesia nunca está acabada, cada nueva generación de cristianos ha de evangelizar a los suyos. Y ese es el “descoloque” que vivimos hoy en la Iglesia: en la que “queda mucho por hacer”. Venimos de sociedades teocráticas y muy religiosas, en las que creíamos que la meta ya estaba alcanzada. No podemos vivir de las rentas del pasado y en cada época hubo sus dificultades, incluso en las primeras comunidades. Jesús viene a animarnos con sus palabras, y, aunque seamos pocos y abundante sea la tarea, él está con nosotros, que somos simples colaboradores suyos.

Emilio José Fernández, sacerdote


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