jueves, 29 de febrero de 2024

TERCER DOMINGO DE CUARESMA / Evangelio Ciclo "B"

 



PROFANAR LO SAGRADO

Evangelio de Juan 2,13-25


Este relato nos sorprende porque no estamos habituados a ver a Jesús actuando de una manera violenta, pero es la forma de expresar su gran enfado ante la profanación que los mercaderes hacen en el Templo de Jerusalén. El mal uso de lo sagrado, ofende al mismo Dios.

El evangelista Juan, con esta escena, nos quiere decir que con Jesús se inaugura un tiempo nuevo en las relaciones del ser humano con Dios, y que la vida y todo lo que nos rodea, incluso lo sagrado, cobra un nuevo sentido desde la encarnación de Cristo y después con su resurrección.

El tema central de esta escena es la resurrección, que la comunidad cristiana primitiva, a la luz del Espíritu Santo, comprenderá tras la experiencia pascual, pues cuando Jesús se refiere a la destrucción y construcción del Templo, lo hace en alusión a su propio cuerpo, y con ello a su muerte y resurrección a los tres días.

Jesús ya es el verdadero templo, el lugar de encuentro con Dios. El culto a Dios es ya a través de la persona de Cristo resucitado. Pero la pregunta es: ¿cómo damos nosotros culto a Dios?, ¿desde unas prácticas religiosas por obligación y puntualmente?, ¿qué es lo que nos interesa de ese culto a Dios, tener a Dios de nuestra parte para que todo nos vaya bien? Si el culto a Dios no me hace ser un buen discípulo, testigo del amor de Dios, construyendo su reino con una vida de servicio y desde unas relaciones fraternas sanas, no es un verdadero culto, por lo que mi interés estará en el tener cada vez más dinero y bienes materiales, y así poder tener una vida más segura, cómoda y de prestigio.

Cuando vivimos con actitudes mercantiles, el templo, la religión y el mundo dejan de ser lugares propicios para el encuentro con el Padre. Cuando perdemos el respeto por lo sagrado, tampoco somos capaces de cuidar nuestras relaciones con los demás ni de respetar a todo ser humano como templo en el que Dios se hace presente. Si la causa de Dios no es la nuestra, entonces hemos dejado de dar culto a Dios y de ser sus templos vivos.

Emilio J. Fernández, sacerdote

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