Este relato de Lucas pretende dejarnos una enseñanza en cuanto a las actitudes que hemos de tener como discípulos/as del Señor, para lo cual se nos pone como ejemplo a Marta y María, que además eran amigas de Jesús.
En nuestras relaciones con los demás es importante la acogida y la hospitalidad, tanto en la caridad (Marta) como en la escucha (María). La acción se convierte en un problema cuando la convertimos en un cumplimiento que no nos deja disfrutar de lo que hacemos y nos lleva a juzgar a los demás porque no hacen lo mismo. Nuestra soberbia de creernos que nosotros todo lo hacemos bien, nos lleva a criticar al que actúa de manera distinta.
Marta quiere que Jesús regañe a María por no colaborar en las tareas de la casa, y ocurre todo lo contrario porque Jesús termina corrigendo a Marta. Porque el que no escucha la Palabra de Dios difícilmente podrá llevar a cabo ciertas tareas, pues en ese caso predominará siempre el protagonismo personal antes que el servicio y la entrega a los demás. Por consiguiente, tenemos que ser como María, receptivos a las enseñanzas del Señor, para poder llevar nuestras responsabilidades y tareas, como Marta, pero desde la generosidad y sin “quemarnos” en el empeño.