El evangelista Marcos tiene una gran maestría para contractar una realidad con otra, y en esta ocasión lo hace entre dos conductas antagónicas, la de los letrados y la de la viuda pobre, como una advertencia y enseñanza a la comunidad cristiana.
Los letrados o estudiosos de la Sagrada Escritura son un grupo importante dentro de la religión judía, los cuales eran estudiosos y conocedores de la palabra de Dios y de interpretarla a favor de los pobres. Pero su actitud cambia por el deseo de poder, siendo vanidosos, hipócritas y hasta asesinos.
Por otro lado, tenemos una pobre viuda, desprotegida y desprovista de lo necesario para poder vivir dignamente, pues la economía familiar dependía del trabajo de los hombres. Lo lógico es que ella esperase recibir ayuda y limosna.
Jesús, que observa la acción de ambos, se muestra una vez más como juez implacable de los que presumen de poder, dinero y prestigio, y hace de defensor y se pone de parte de los más pobres y pequeños.
La mirada de Jesús va más allá de las apariencias y juzga el valor y significado de ambas ofrendas ante Dios, e invierte la lógica humana. No es más grande la ofrenda del que teniendo mucho ofrenda lo que le sobra que la ofrenda de quien teniendo menos ofrenda lo que necesita.
Una vez más se nos muestra la novedad y diferencia de los valores del reino de Dios con los valores de la sociedad y de nuestro mundo. Se cuestiona la generosidad de cada uno de nosotros. La generosidad y la solidaridad no es cuestión de cantidadades sino de la calidad del corazón que sabe amar.