jueves, 23 de marzo de 2023

QUIINTO DOMINGO DE CUARESMA / Evangelio Ciclo "A"

   


EL SEÑOR DE LA VIDA


Juan 11,1-45

Jesús se siente obligado a viajar a Betania, aldea cercana a Jerusalén, en donde los enemigos de Jesús planean su detención y condena, aún a sabiendas de este desenlace, Jesús decide hacer ese viaje.

Lázaro, un amigo cercano de Jesús, y sus dos hermanas, Marta y María, viven en Betania. Después de enfermar, Lázaro muere, por lo que sus hermanas se sienten defraudadas con Jesús a quien habían avisado, porque confiaban en que él podría haber sanado a Lázaro e impedido su muerte.

La muerte de Lázaro es un hecho humano que envuelve en el miedo y la tristeza a los suyos. Pero en este escenario, Jesús aparece dominando y venciendo a la muerte, como el Mesías que nos libera de todas las esclavitudes y hasta de la peor de ellas y que jamás nadie ha podido vencer. Jesús se presenta como el Señor de la vida, dador de la vida terrena y de la vida eterna. Creer en Jesús conlleva de manera inseparable creer en la resurrección y en la vida eterna.


DESARROLLO

El relato de la resurrección de Lázaro es una gran catequesis del evangelista Juan y uno de los siete signos realizados por Jesús y escogidos por este autor, siendo este signo el último y el más importante, apareciendo también como el detonante de la condena a muerte de Jesús.

En este texto aparece Jesús en toda su humanidad y divinidad, y junto a él unos personajes representativos de la comunidad cristiana (Lázaro, sus dos hermanas y los discípulos del Maestro). Jesús se ve obligado a volver a Betania, una aldea residencial cerca de Jerusalén donde hay una gran tensión y hostilidad porque son muy evidentes las intenciones de los enemigos de Jesús.

Lázaro se encuentra enfermo y su vida corre peligro, por lo que sus hermanas dan aviso a Jesús con la intención de que este cure a su gran amigo, pues tienen conocimiento de su poder para sanar. El retraso del viaje de Jesús hace que la muerte de Lázaro haya sido irremediable. Todas las esperanzas y expectativas de haber sanado se han esfumado. Ante la muerte aparece la tristeza y la impotencia humana porque ya no hay nada que hacer. 

Entonces, cuando ya nadie lo espera, aparece Jesús junto a la familia de Lázaro. Jesús también llora la pérdida de su amigo. Sin embargo, la actuación del Señor hace que Lázaro despierte de la muerte, que era el concepto judío que había de la resurrección. Lo impresionante de este texto es la puesta en escena de Jesús que aparece como el Dios de la vida, pero de una vida que no se ve interrumpida por la muerte, sino que se prolonga en la eternidad. La resurrección de Jesús nos hace a nosotros partícipes también de esa misma resurrección. La vida que Jesús comunica a los suyos vence a la muerte y conlleva la resurrección.

El Mesías es un libertador de todas las esclavitudes humanas, pero Jesús se presenta con una misión mesiánica que consiste en vencer la mayor de las esclavitudes y la más temida: la muerte. Por eso los judíos no comprendieron su misión mesiánica al interpretar el mesianismo en clave política. 

La fe en la resurrección es la fe en la vida, en otra vida. La vida terrena como la vida eterna es un don de Dios. Cristo contagia de su vida a los suyos a pesar de los miedos, las dudas e incertidumbres. Jesús ha vencido a la muerte y es el Señor de la vida. Esta es la profesión de fe de la primitiva comunidad cristiana y de todos los tiempos.


Emilio José Fernández, sacerdote

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