miércoles, 6 de febrero de 2019

Evangelio Ciclo "C" / QUINTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO.

Jesús los buscó, se produjo el encuentro que les cambió el corazón y la vida: cambiaron su profesión de pescadores para hacerse pescadores de hombres, faenando en otra barca, la Iglesia, y pescando en otros mares al servicio de Dios.

Seguimos en este domingo con el Evangelio de Lucas, y pasamos de la sinagoga de Nazaret a otro escenario bien distinto: la orilla del lago Genesaret. De esta manera, a diferencia de los otros evangelistas, este autor nos subraya la pronta respuesta de los discípulos de Jesús, en un relato teológico apoyado en hechos históricos.

Nos encontramos a un Jesús que se hace encuentro con unos hombres a los que les cambia la vida, por lo que ese primer encuentro, y la llamada que se produce en dicho encuentro, fue sin duda una experiencia fuerte e inolvidable para sus primeros discípulos. De ahí que la respuesta de ellos sea también muy radical: "Lo dejaron todo y lo siguieron". 

Esta vivencia junto a Jesús, que luego se desarrolló a lo largo del tiempo mediante una convivencia diaria, arranca de un momento que sobresale y se hace distinto a los demás, y es ese momento el que se recoge en este relato, pues, en la vida de toda persona, ya sea creyente o no, siempre hay momentos de gracia, momentos en los que poder sentir muy de cerca la presencia divina como esa luz que nos ilumina para que veamos quiénes somos realmente, asumiendo nuestra miseria y pecado, como le ocurre a Pedro, cuando dice: "Apártate de mí, Señor, que soy un pecador". Ante este hecho las palabras de Jesús, "No temas", vienen a tranquilizarnos para que no tengamos miedo de descubrir ante Dios la verdad de nuestras vidas, de nuestra pobreza, pues Él es siempre el que se nos acerca a nosotros y es el que nos ha elegido para que le sigamos como unos más de los suyos. Aunque creamos que no lo merecemos y que son muchas nuestras debilidades, Él, sin embargo, nos ha buscado y elegido.

En este relato observamos cómo la iniciativa de la llamada siempre parte de Jesús. Él llama a quien quiere, no le importa que hayamos fracasado, que estemos cansados, que seamos pecadores o que tengamos dudas y miedos. Jesús asume quienes somos y nos abre el camino a un cambio de vida, a una nueva vida de la que Él ya también formará parte y le dará sentido a la nuestra.

Pedro es el jefe de un grupo de pescadores que ya existía, mas Jesús viene y se presenta como el que verdaderamente tiene la autoridad por encima de todos los demás, ordenando y dirigiendo la pesca. La autoridad de Jesús supera a la Pedro, y también la sabiduría, pues donde no habían conseguido pescar en toda la noche ahora lo hacen con las indicaciones del Maestro. Cuando obedecemos a Jesús el resultado es totalmente otro. Para obedecer necesitamos confiar, tener fe. Por tanto, no hay seguimiento si previamente no hay fe.

¿Y qué es "dejarlo todo"? Pues nos habla de la realidad humana del desprendimiento, actitud muy necesaria para un auténtico seguimiento. Es más que un consejo, porque es una condición previa al seguimiento. El dejarlo todo se refiere a un cambio de valores y de preferencias, que se va haciendo día a día, a lo largo de toda una vida; por lo que no se refiere a la decisión tomada en un instante o a un acto de generosidad general... sino de poner a Dios como el más importante de nuestros sentimientos y deseos.

Todo bautizado está expuesto a la experiencia de la fe que nos ha de llevar a un encuentro con el Señor y a sentir el envío que Él nos hace. Por eso la fe y la misión van unidas, pues creer es lo mismo que saberse enviado. Cuando la fe se vive pasivamente y sin ningún tipo de compromiso misionero y testimonial, no da los frutos esperados. No sólo podemos conformarnos con alcanzar nuestra salvación, ya que nos ha de preocupar que los demás también la alcancen, y he ahí nuestra misión y nuestro envío.

Por eso todos formamos parte de un grupo que nace de la fe en Jesucristo, la Iglesia. Tal vez no todos los bautizados sean conscientes de su pertenencia y de la misión que tienen como bautizados, pero todos deben sentirse llamados y amados por el Dios de la misericordia.

Lucas nos invita con esta preciosa historia que nos ha contado, a los cristianos de su tiempo y a los de todos los tiempos, a la misión, rindiendo un homenaje a aquellos valientes primeros misioneros de la Iglesia, aquellos discípulos que sintieron su llamada junto al lago, que, sin medios y con muchas dificultades de su época, se lanzaron por todo el mundo, atravesando no sólo regiones sino mares también, para extender el conocimiento del Evangelio a todos los pueblos. Yes además un homenaje a ti, que también estás llamado a la misión en tu familia, en tu mundo de relaciones y de trabajo, allá donde esté: debes ser testigo del Señor y del Evangelio.

Emilio José Fernández, sacerdote

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