jueves, 30 de enero de 2025

2 DE FEBRERO, FIESTA DE LA PRESENTA CIÓN DEL SEÑOR / Evangelio Ciclo "C"

 

  

JESÚS, LA LUZ DE LAS NACIONES


Evangelio de Lucas 2,22-40


Este relato viene a confirmar nuevamente la identidad mesiánica de Jesús, y lo hace en el lugar más sagrado de Israel y centro del judaísmo: el Templo de Jerusalén.

Como a todo niño judío, a los cuarenta días de su nacimiento, Jesús es llevado al Templo por sus padres para ser presentado a Dios en acción de gracias por ser varón y primogénito. María, como toda mujer que había sido madre, había quedado impura y tenía que hacer un sacrificio de purificación. La ofrenda de las familias ricas era un cordero y las de las familias pobres era un par de tórtolas.

Simeón y la profetisa Ana son dos ancianos que representan al antiguo pueblo de Dios, que siguen siendo fieles a las promesas mesiánicas anunciadas por los profetas.

Ellos dos son testigos de la llegada del Mesías y del cumplimiento de la promesa hecha por Dios de que enviaría a su Mesías. Dios nunca falla y siempre es sincero.

El antiguo pueblo de Dios y la antigua alianza dan paso, mediante la llegada de Jesús, al nuevo pueblo de Dios y a la nueva alianza.

Con Jesús se ha inaugurado la etapa final de la historia humana, el tiempo de gracia. Simeón nos presenta a Jesús como el Salvador y como “la luz de todos los pueblos” en un sentido universal y no solo para unos pocos privilegiados.

Simeón revela a estos padres que la misión mesiánica de su hijo conllevará el rechazo y el desprecio, adelantando a María que esta misión no será exitosa, sino de dolor para él y los suyos: “Y a ti una espada te traspasará el corazón”. No será fácil para ella entender a un Mesías muerto en una cruz ni a nosotros aceptar nuestras propias cruces. Solo la fe nos hace confiar hasta el final.

Emilio J., sacerdote

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